lunes, 5 de septiembre de 2011

HOMENAJE AL DR. BEINUSZ SZMUKLER, FUNDADOR DE LA AAJ

El pasado 24 de agosto se llevó a cabo en el Centro Cultural de la Cooperación, en la ciudad de Buenos Aires, el acto de homenaje al Dr. Beinusz Szmukler por su destacada labor en defensa de los Derechos Humanos, las libertades públicas y las garantías constitucionales; por su militancia en pos del respeto a la libre determinación de los Pueblos.
El acto se realizó a sala completa, resultando muy emotivo para los presentes y merecido para el respetado y querido Pater. Tomaron la palabra en vivo varios compañeros históricos de la lucha por la defensa de los Derechos Humanos en Argentina -entre ellos Nora Cortiñas, Adolfo Pérez Esquivel, Eduardo Tavani, Ernesto Moreau, Carlos Cruz, Ana María Careaga, Alberto Pedroncini y Marta Vázquez-, así como familiares del Dr. Szmukler -Pablo Tkatch-. También se hicieron presentes con saludos grabados autoridades y miembros de la Asociación de Abogados de Buenos Aires (AABA) -Dres. Carlos Szternsztejn, David Baigún y Julio Raffo).
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Por otra parte, le entregaron al homenajeado placas recordatorias del acto obsequiadas por la Embajada de la República de Cuba en Argentina y por miembros de su familia.
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Palabras del Dr. Ernesto Moreau, Presidente de la AAJ - Rama Argentina pronunciadas en el acto de reconocimiento a la trayectoria del Dr. Beinusz Szmukler.

"Esto se pensó como homenaje a tu trayectoria política, Beinusz, al que Norita (Cortiñas) recién transformó en Reconocimiento; y hete aquí algo tan fácil y tan difícil, en 5 minutos y –encima- controlando los afectos, es un desafío! … lo dominante y lo determinante, terrenos de tu especialidad…

Beinusz es, sos, exponente de esa increíble generación de abogados y abogadas comunistas, la mayoría aquí presente, que tuvieron la capacidad y la sabiduría de hacer del derecho una herramienta hábil para luchar contra el sistema.

Lo formidable de estos cuadros no sólo fue su brillante intelectualidad y su entrega, lo formidable –hay que ubicarse entonces!- fue que su lucha trascendiera al macartismo que por décadas les impidiera acceder a espacios académicos. Aún en los concursos universitarios era inevitable la discriminación.

Por eso asombra que en estas condiciones pudieran –además de sufrir atentados, cárcel y exclusiones- ser reconocidos como grandes intelectuales de la época.

Tratando de pintar una acuarela de la actividad de nuestro querido Beinusz, diferenciadora dentro de ese grupo extraordinario, una de sus características consistió en desarrollar gran parte de su lucha en organizaciones gremiales de abogados, pluralistas y defensoras de derechos humanos.

Si debiera destacar un sólo calificativo, se me ocurre la coherencia, una coherencia tenaz en la práctica de sus principios, que jamás deja de lado.

Si debiera resaltar una habilidad, es la capacidad de diferenciar objetivo, estrategia y táctica. Su erudición en distinguir contradicción fundamental de secundarias y advertir éstas en el terreno del adversario, su destreza en resolver alianzas tácticas con suficiente amplitud y –paralelamente- sin renunciar a un sólo principio. Esta claridad que, además, le permitió identificar tempranamente el proceso político en marcha en la Argentina y en el sub-continente, nos explica la razón de su liderazgo.

Cuando a principios del milenio Beinusz atravesó los filtros de la discriminación del post-macartismo (o sea de los intereses de clase) y fue electo representante de los abogados en el Consejo de la Magistratura, nos demostró que incluso aquí podía influir con su capacidad y tenacidad, naturalmente aliado a una personalidad envidiable. Su actividad fue ejemplar e inolvidable. Hoy Beinusz es el jurista del campo popular a quien más escuchamos sobre administración de justicia.

Si debiera resaltar la centralidad de su lucha, creo que lo ha sido la lucha contra el imperialismo… por la liberación de los pueblos. Consultor en materia de deuda externa, su entrega al internacionalismo ha sido notable.

En 1975 nació, en Panamá, su hijo más dilecto, la herramienta que le permitiría encarar esa lucha a nivel regional, la Asociación Americana de Juristas. Más allá de sus increíbles viajes a Libia, Palestina, Israel, etc. en medio de trascendentes conflictos, más allá de haber sido vicepresidente de la AIJD, esa foto parado sobre una mesa con Fidel Castro en la conferencia de la AAJ, la invitación del Papa al Vaticano que culminara con la foto entregándole la revista de la AAJ, al igual que a Hugo Chavez, lo describen en su plenitud. Su actividad en el seno de esta organización ha sido central en la vida de Beinusz (y naturalmente de la AAJ), ha sido uno de sus amores profundos, (aunque TAMBIÉN HA TENIDO OTROS) A través de ella (de la AAJ) Beinusz es reconocido en todo rincón de América como un líder en la lucha por la autodeterminación y liberación de los pueblos. Su claro pensamiento táctico, su intervención sutil en sus diálogos con el Consejo Ejecutivo, son esperados como la palabra de un docente, de un Maestro.

Y aunque Beinusz simpáticamente nos rete por así llamarlo, él es nuestro PATER, en toda América, es el PATER de la AAJ así lo llamamos, siempre presente, como aquí es nuestro Maestro.

Por último, lo expresé inicialmente, este es un homenaje político (convertido en reconocimiento siguiéndola a Norita). Pero ello no significa prescindir de su humanismo, rodo lo contrario, porque su personalidad se construye e integra con su ideología.

Compañero increíble, atento al otro (y a la otra), picante, ocurrente, chispeante, increíblemente veloz en sus réplicas joviales, bailarín incansable, seductor de amigos y adversarios… (y adversarias)

Los momentos de lucha y joda vividos junto al PATER son deliciosos y memorables".


2 comentarios:

  1. Cualquier homenaje al doctor Szmukler, preclaro defensor de los derechos humanos es justo y necesario. Por cierto modestamente me adhiero a este y suscribo las palabras del doctor Ernesto Mareau. Carlos María Romero Sosa

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  2. Cualquier homenaje al doctor Szmukler, preclaro defensor de los derechos humanos es justo y necesario. Por cierto modestamente me adhiero a este y suscribo las palabras del doctor Ernesto Mareau. Carlos María Romero Sosa

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